Morirse, no tiene ningún merito

Y digo yo, si fuese más larga la muerte que la vida, el ser humano, no haría, haríamos, tantas gilipolleces, si estuviésemos más tiempo muertos que vivos, trataríamos de relativizar los asuntos cotidianos que nos atañen. De lo que todavía no nos hemos dado cuenta, es que muertos aprendemos a desentrañar todo aquello, que cuando estábamos diligentes , nos angustiaba, todo aquello por lo que sufrimos o deseamos, una vez a muertos , ponemos en práctica esas cosas que ante se nos hacia un infinito, todo lo que conlleva a la muerte, son ventajas, la piel se nos hace más tersa, perdemos esos kilos de más que tanto nos preocupan, se nos va ipso facto el dolor de cabeza, y las articulaciones se vuelven de golosina de fresa, morirse no tiene ningún mérito, no sé porque tanto tratado y tanto misticismo cultural, es algo absolutamente vulgar y cotidiano, y en mi opinión, lo cotidiano, huele a marchito.  
Lo realmente valiente, valeroso, bizarro, es vivir, para eso sí que hay que echarle un par, desnudarte por completo , aun a sabiendas, que los lobos esteparios, te pueden rozar  el hálito, te pueden cortar la respiración hasta dejarte, casi, casi sin ella, lo que si tiene  estimación, es levantarse todos y cada uno de los días y hacerlos diferentes, yo conozco solo a dos personas que sepan hacer eso, y no es por dármelas, pero ya tengo una edad, como para que hallan transitado semejantes de toda clase y diámetro.
Lo que realmente es virtuoso y genial, es tener conciencia , de que esto va para corto, que ese roce que tiritaste por miedo a querer, que esa lasaña rellena de carne  confitada de verdura y bechamel, que ese lugar que pospusiste, porque no te venía bien, se quedara en el olvido, y entonces sí que estarás muerto, esto me lo digo también a mí misma, no se vallan a creer, que una está más a un paso del extinto que de la sabiduría, yo lo ensayo, pero también soy consciente de que ese mimo turbador, esa lasaña confitada y esa puesta de sol en el Sahara, son puros milagros, y como tales están más cercanos a la muerte que a la vida….o tal vez no?.
Filosofar, es aprender a morir, esto sí que tiene mérito, y practicar el morir en el intento.