Lo perturbador de la belleza

Chispeaba, dudé unos segundos, me puse el chubasquero y salí a la calle, últimamente es lo que hago cuando mi cuerpo pide guerra, no de esa que están ustedes pensando, guerra para llenar las ansias propias del alma, mientras emprendía mi recorrido habitual, me recolocaba la sudadera observando a los transeúntes me percaté de lo bello que puede resultar reparar en una anciana con el rostro lleno de grietas y sacramentos, me detuve con la excusa de hablar del tiempo con Rosario, así se llama la señora vecina de la tía de mi prima.
La anciana me narraba las batallas de sus nietos y su perro Lucas, yo mostraba un aparente interés por el tema, mientras la observaba como a cámara lenta, cada arruga, cada mueca, cada gesto que la artrosis había hecho mella en ella. Y vi mucha belleza, mientras Rosa iba por el capítulo de la elaboración perfecta de un buen arroz con acelgas, mi inconsciente, que últimamente me juega malas pasadas, me llevo a filosofar sobre la belleza. 
Han sido muchos los pensadores, artistas, escritores…que han definido su significado y el valor de éste, por eso pienso que la belleza tiene siempre algo de perturbadora e incluso desafiante para algunas esferas, ha sido vilipendiada a través de los siglos y a su vez venerada por el hombre, por eso llegué a la conclusión que algo de poderosa e inquietante sí que debía ser.
Solo tenemos que retroceder en nuestra historia y preguntarnos porque Platón desconfiaba de los creadores de la belleza más subjetiva, la creada por los artistas, temía que su capacidad de seducción tuviese demasiada fuerza, si el arte fuese una pérdida de tiempo sin mayor trascendencia, no le hubiese dedicado la menor crítica, de ahí la capacidad de mover masas del artista y la belleza y por lo tanto del placer, por ello la belleza alerta a muchos individuos que prefieren destruirla u obviarla para no despertar el ansiado goce que conlleva.
Rosa iba por el capítulo de sus compañeras de mus, mientras yo intentaba prestarle la mínima atención al contenido de sus palabras y concentrarme en su bellaza,mietra ella me relataba sus mejores jugadas, yo repasaba mentalmente, las diferentes tesis que se han trazado sobre lo bello, me vino a la mente otro filosofo Murdoch “el artista no puede representar ni encomiar lo bueno, sino sólo lo demoníaco, lo fantástico y lo extremo; mientras que la verdad es tranquila, sobria y limitada; el arte es sofistería, en el mejor de los casos una mimesis (imitación) irónica cuya falsa "veracidad" es un astuto enemigo de la virtud”.
 Eureka, lo bello es comparado con lo demoniaco, mientras lo tangible y verdadero es sinónimo de tranquilo, ahora lo comprendo todo, o algo más que hace cinco minutos.
Rosa arqueaba la ceja y fruncía el ceño, seguramente porque mis gestos no seguían el hilo de su conversación, yo seguía analizándola, comprendí, porque algunos intelectuales definen la belleza como un fragmento de la eternidad, que cruza todos los muros de la temporalidad, alcanzando, aunque sea por un instante, el sentido de la vida.
Gire la vista un segundo, mientras mi consocia me hablaba en una letanía,  observé en lo alto de la ladera, como Ana Karenina disfrutaba del Jardín de las delicias mientras sonaba la Valquiria, ella, observaba a la vez a Rosa y ésta me contaba como en su penúltimo viaje a Roma pudo entrar en el Vaticano y ver la Pietat, todo esto sucedió en unos segundos, mientras llegó el marido de Rosa con una película bajo el brazo y guiñándole el ojo a su mujer –hoy palomitas y vértigo, tu y yo solos-
Cuanta belleza, y pensar que puede ser pernicioso para algunos ojos, no será que temen que la verdad y el poder del deseo nos haga más intemporales y libres, no lo sé pero lo incontrolable es lo que da sentido a lo intangible, el alma.