Esta mañana, como tantas otras me he levantado, siguiendo mis rituales matinales, me he calzado mis deportivas y he salido a transitar, hasta ahí nada nuevo bajo el sol, luego observando los caminantes he recordado un artículo donde el autor explicaba que está comprobado que debido a la frustración y a la desidia, cada vez hay más gente que practica este ancestral deporte, para mitigar sus decaimientos.
Luego, mientras esperaba mi vez en la pescadería, la conversación era la habitual y socorrida crisis, que yo no digo que no exista, pero el odio y desazón que se mascullaba, entre lenguados y calamares era desoladora.
Maruja, la señora que iba delante de mí, apremió con una agudeza cristalina: en áfrica sí que pasen penuries, pobres negrets
Mi inconsciente me traslado ante la espera, a uno de los personajes más relevantes de los últimos siglos, Nelson Mándela, y pensé que aquí en el primer mundo estamos hechos de paja y papel, que la comodidad y la insolidaridad, nos hace esclavos de nuestra propia codicia, y que sólo el sufrimiento y la necesidad nos hace crecer, nos hace libres.
Repase mentalmente su biografía, mientras maruja, se lamentaba de cierre de canal9 y de su serie favorita l alquería blanca
En la atormentada prisión de Robben Island, donde Mandela llegó en 1964, a cumplir una pena de trabajos forzados a perpetuidad, dónde Las condiciones en que el régimen del apartheid tenía a sus presidiarios políticos en aquella isla sitiada de remolinos y tiburones, frente a Ciudad del Cabo, eran inhumanas. fue el prisionero número 466664, y lo más sorprendente es que después de 27 años de cautiverio, después de miles de atrocidades e injusticias, cuando todos sus seguidores, ávidos de venganza , supo Madiba reconducirlos y explicar , desde la sabiduría de la soledad de la conciencia ,de aquel ser humano, desde el más profundo dolor, supo transmitir que con el odio no se alcanza la libertad, y su lucha pacífica y llena de autocrítica desde su cautiverio, hizo que una nación reprimida y desolada por las injusticias, se trasformaran en unión, honestidad y reconciliación.
Nelson Mandela convenció, primero a sus propios compañeros de Robben Island, luego a sus partidarios del Congreso Nacional Africano y, por último, a los propios gobernantes y a la minoría blanca, de que no era imposible que la cordura reemplazara al desasosiego y al ofuscación, que una transición sin violencia era posible y que ella sentaría los cimientos de una convivencia humana que relevaría al sistema feroz y segregacionista que por siglos, el pueblo de Sudáfrica, había sufrido.
Es sorprendente ver, como un líder con tanto poder, que podía haber acumulado odio y rencor, supo transformarlo en concordia y serenidad.
Mientras la gente del primer mundo nos lamentamos por banalidades, ahí, no muy lejos, existen líderes, que aparcan su fanatismo y nos demuestran que el dolor pude transformarse en algo bello, y hasta de las peores vicisitudes de la vida, puede hacernos mejores, sólo es cuestión de proponérselo.
Ese tipo de fervor popular suele marear a sus favorecidos y transformarlos en charlatanes y tiranos, sólo tenemos que retroceder unos pocos años, casto, Hitler, Fidel, Maho
Pero él se mantuvo firme y robusto como un roble, que arraigado a las raíces de su tierra, y custodió su libertad y la de su gente, desafiando las tempestades que lo podían haber talado.
Esta tarde, me han contado que estaba viendo un atardecer africano, mientras escuchaba uno de sus compositores predilectos Georg Friedrich Händel. Gracias Madiba, su sonrisa me reconforta.
póngame dos lenguados y tres cabezas para caldo de pescado.