Miren que a estas alturas hay pocas cosas que me dejen con la boca abierta, pero cuando he escuchado (verbo que intento cada vez hacerlo más selectivo, solo por salud mental) que en Madrid van a realizar castings para los músicos callejeros, no podía dejar de abrir la boca, mis pupilas se han dilatado, y mi capacidad de asombro, ha aumentado, cosa que me alegra.
El Ayuntamiento de Madrid ha convocado hoy mediante un boletín oficial (BOAM) a los casi 350 músicos que se presentarán a las pruebas para poder tocar en la calles del Distrito Centro de Madrid.
No habrá nada más artificioso, que un músico callejero como su propio nombre indica, tenga que pasar unas pruebas, no sé si echarme a reír, o ponerme unas tenazas electrónicas en las orejas para que mi boca no se rompa más de la abertura.
Si la magia de lo ambulante, inusual, absurdo y reconfortante, es ver a un saxofonista en la plaza de callao a su libre albedrío.
No digo yo, que los asuntos que conciernen a todos los vecinos estén en armonía y dentro de unos horarios marcados, pero de ahí a que pasen a por un tribunal, mire usted, no, no cuela.
Si por mí fuera pondría al solista de la filarmónica de Berlín, vestido con unos andrajos y unas rastas y lo dejaría sin duchar cinco días! a ver si pasaba el casting!, manda huevos, como diría Trillo.
Es una barbaridad de tal calibre, con las cosas que hay por regular en este país, como para hacer audiciones en la puerta de metro, cada vez me estoy poniendo de más mala leche, con lo bello que es la improvisación, el asombro de lo inaudito, el recuerdo de lo desafinado que lo hace tan peculiar, los colores, la individualidad, el ser uno más y único, perderte por esos vericuetos de sonidos imposibles, comulgar con ellos
... de verdad.
A ver si van a tener que cursar un master en armonía analítica los compañeros de la oscuridad más amable, los hilos musicales de pensamientos cotidianos, los compadres de tediosos viajes hasta la hora de la almohada.
Como sigamos así, ya me veo a todos los mimos de este país, a la cola de las próximas audiciones, a los callejeros de las artes, con su curriculum pegado en la bandejita de las monedas, que se preparen los perros, las monjas, los alcohólicos , los timadores, los ladrones de guante blanco, las putas de sin lujo, los vendedores de lotería, los ciegos, los cobradores del frac
que si no son lo suficiente buenos en sus afanes, no tienen pedigrí, no catan tinto de primera , no roban con guantes niquelados, o no son meretrices con lentejuelas bordadas por loewe
.les va a caer el pelo. No vaya a ser que desarmonicen con los marcos arquitectónicos.
Viva la homogenianidad.
Que tiemble Nuria Esper o Ara Maliquian, que del teatro nacional a la calle, hay solo un paso, manda huevos.